Como un “panorama desolador” describen los miembros del Centre Excursionista la Madrilla de Potríes la mortandad de peces en el río Serpis ocasionada por la sequía.
Diversos medios de comunicación reseñan la catástrofe ambiental.
Cientos de barbos, madrillas, anguilas y otros ejemplares de la fauna acuática autóctona, todas consideradas “vulnerables” según la Lista Roja de las especies amenazadas por la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN), son víctimas de la deficiente gestión del agua del Serpis. Están agonizando, ahora mismo.
El cauce se ha secado a partir del tramo que discurre entre Beniflá y Beniarjó, y en las charcas aisladas que aún retienen algo de agua quedan atrapadas las especies, ya amenazadas de desaparecer de sus hábitats naturales debido, fundamentalmente, a la sequía.
Como antes lo hicieron miembros del Col·lectiu Nostra Terra, los voluntarios de la Madrilla pasaron a la acción ante el desastre y el pasado jueves han procedido a salvar a más de un centenar de anguilas, el animal más resistente a esas situaciones. Tras capturarlas en Beniarjó, las soltaron aguas arriba, donde todavía el río resiste con algo de caudal.
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La entidad ha insistido en alertar de las nefastas consecuencias que la falta de agua está provocando en la Safor y la urgencia de iniciar una serie de acciones para evitar la mortandad de fauna acuática autóctona.
La Madrilla manifiesta la necesidad de que la Administración tome cartas en el asunto, que se cumpla la ley y se garantice un caudal ecológico en el Serpis aprovechando la existencia de reservas de agua en el pantano de Beniarrés.
En los últimos años este tipo de rescates para salvar fauna del Serpis han sido habituales. Estudios ambientales han constatado que el caudal del río está disminuyendo de forma considerable año tras año.
En Gandía ya resulta habitual que la enorme rambla esté seca la mayor parte de la temporada.
La peor de esas sequías, al menos en las últimas décadas, ocurrió entre los años 2015 y 2016, y entonces, además de grupos ecologistas, tuvo que implicarse la Administración para salvar parte de la fauna.
Como el Serpis, otros muchos cauces fluviales de la Safor permanecen sin agua casi todo el año, lo que, según estudios realizados recientemente, ha supuesto una pérdida de la biodiversidad y ha incrementado las dificultades para que, cuando vuelve a llover, esos animales regresen a su hábitat.