Luego de formar por casi 150 años parte de la historia de Gandía, las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada abandonan con pesar y para siempre la ciudad que las acogió gracias a la iniciativa del alcalde Joaquín Ballester, quien en el año 1876 logró que asumieran la Casa de la Beneficencia que se encontraba dentro del convento franciscano edificado por el hijo de Sant Francesc de Borja.
Esta casa de beneficencia se fundó con el objetivo de atender a los ancianos y personas mayores que se encontraban desamparadas por la ciudad y fue por mucho tiempo punto de referencia para las obras de caridad de los actos celebrados en las Fallas o en la Feria y Fiesta.
Con el pasar del tiempo y dado que en los años 80 gracias a las nuevas legislaciones, muchos de los ancianos que se encontraban en el Convento de San Roque fueron enviados a otras residencias más modernas; esta casa que formó parte del ADN de la Ciudad Ducal, fue relegada a un pequeño espacio de las instalaciones.
Pero eso no era todo. Las hermanas Franciscanas de la Inmaculada fueron envejeciendo y posteriormente desapareciendo físicamente, hasta llegar a solo tres quienes serán las últimas que verán los habitantes de Gandía, porque a finales de año se irán hacia otros lares.
Estas últimas tres Monjas del Beato, como también se les conoce, han sido las encargadas de cuidar la capilla durante los últimos 10 años del querido complejo de San Roque, perteneciente al santo más adorado en Gandía; popularmente llamado “el beatet”.
Además asistían al cura, en la iglesia del Beato, organizando la primera misa del día, todos los días a las 8 y 30 de la mañana; mantenían el contacto con las Hermandades del Santo Sepulcro y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Pero ya no podrán realizar estas actividades porque dos de ellas se irán a l'Alqueria de la Comtessa, y una será recibida en Teulada-Moraria.
Las nuevas monjas que llegarán al convento, sabrán de la existencia de las Monjas del Beato solo por sus acciones pasadas, contadas por los que tuvieron contacto con ellas, ya que la falta de vocación ha provocado que la orden de las hermanas Franciscanas de la Inmaculada prácticamente haya desaparecido.
Todo indica que los oficios religiosos seguirán como hasta ahora en el Beato sin embargo en lo concerniente a las ciudades de la Iglesia y el Beatet, no está claro aún quién se hará cargo.
A pesar de esta noticia, los vecinos de Gandía se niegan a que las monjas se vayan, porque temen que el templo quede descuidado y abogan por que la iglesia de Sant Roc mantenga el culto.
Una de las fieles declaró “Cada día que paso doy un beso a la escultura del Beato”, al mostrar su tristeza por la próxima ausencia de las monjas.
Ante esta situación el Arzobispado de Valencia se pronunció y afirmó que “habrá una solución” al respecto; mientras la prelatura ha enviado a algunos párrocos para que suplan a las monjas y solventar de alguna manera la emergencia que se presenta con su partida.
El clamor de los ciudadanos ha llegado hasta el gobierno de Gandía desde donde han enviado conjuntamente con el Arzobispado un mensaje de tranquilidad y entienden que Sant Roc debe continuar con su tradicional actividad, ya que es uno de los principales puntos de partida de procesiones y es un referente “para las miles de personas que integran colectivos religiosos o participan en los actos de la Semana Santa”.
Por su parte el Arzobispado explicó que el mantenimiento de Sant Roc y su buena marcha estará asegurada ya que habrá personas que se encarguen de ello, y agregaron “Las religiosas que se van han hecho una gran labor. Han cuidado tanto del templo como de la feligresía, pero les ha llegado el momento de retirarse”.
El gobierno de Gandía ha reiterado que en San Roc nunca ha habido problemas para oficiar la misa y esta situación no tiene por qué cambiar tal condición; por lo que el templo seguirá siendo referente como lugar de culto, espacio artístico y punto de encuentro de los feligreses que se avocan a celebrar todos los años la semana santa local.